Me estoy ahogando
blandamente
en una taza de café,
observando el reflejo de mis ojos
sobre su piel oscura y cálida,
Me estoy sumiendo
en un abismo frío y sórdido,
demarcado por el brillo de su risa,
ciega y torpe,
desciendo a sus infiernos,
mientras mis manos procuran,
vanamente,
asirse ala cordura
Sé que algo me aguarda
en lo profundo de su alma,
presiento la tibieza de su afecto,
un latido dulce y alocado
que se agita
cuando acaricia mi cabello
y descubre en mis pupilas
a la niña que le observa temerosa
Él ha tomado la cómoda postura de la espera
sigiloso y paciente,
espera mi caída
Ya sé que estoy perdida
desde el momento en que se delineó
mi cintura en su mirada
Camino descalza y sin escudo,
honesto el corazón y totalmente desnuda,
hacia el abrazo de su voz
y su tristeza
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