No estoy
No existo en este instante
en cualquier parte,
apenas soy el reflejo
de mis ojos en una taza de café
y una partícula de humo que se desata
entre mis manos
No habito
este espacio
demarcado por objetos en desorden,
los libros apilados en la mesa,
un collar de cuentas grises,
papeles caducados,
la cajetilla abandonada
Posiblemente
en este momento indeterminado
en que me pierdo,
camino lentamente por unas calles nuevas,
con un vestido oscuro
que abriga mis tobillos
y las preguntas agolpándose en la boca
Acaso,
esa mujer que se debate
entre las sombras
de lo que existe
y lo que se oculta tras las frágiles membranas
de las cosas,
es la misma que recoge los recuerdos
y los ensarta,
uno a uno,
en un cordel extenso y fino
cuyo extremo no se alcanza
Tal vez,
ahora que no estoy
y me llamo insistentemente
y no respondo,
deambulo por avenidas carentes de señales,
donde se suceden interminables
las ventanas clausuradas,
recogiendo las sonrisas de mis muertos
Pueda ser
que abra la boca
en una esquina
y lance al viento frío
un nombre prohibido
Pueda ser que alcance a ver
mi silueta cruzando
bajo el silencio de los árboles
en busca del calor
que me ha sido arrebatado
Pueda ser
que al fin me encuentre
en el hipotético ejercicio
de la ausencia
2 comentarios:
Todos pasamos por esos recovecos del ser y del no ser, en el hipotético ejercicio de la ausencia. Un poema muy logrado. Un placer degustarlo. Felicitaciones.
Un abrazo...
Gracias Jorge, es un verdadero placer tu compañía
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