Persistiendo en el periplo,
por estas calles reventadas
tan sedientas de tu voz,
recogiendo las esquinas solitarias
en dos versos
y un silencio de cristales,
emulando la sonrisa en las vitrinas,
hago muecas a esa otra que no soy,
oscureciéndome como un farol roto,
acaezco cada tarde,
extraviada en la infinitud de los minutos,
y la desolación de escrutar
lo que alguna vez fue nos
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