Y era cierto
que habían madurado los naranjos,
se descolgaban plácidos
sobre la tierra negra
Era cierto que hacían falta tus manos
mientras me bebía las calles empedradas
Se mecía el sol en las montañas
sobre el frío aliento de la niebla
Desde la blancura de las casas
se recortaban puertas clausuradas,
asomaban rostros surcados por los años,
una mujer
dejaba danzar los dedos presurosos
sobre un telar que se parecía en algo a mis nostalgias
Y era cierto que no estabas
pero estabas
Te descubrí en la caricia del rocío
y en el árbol extendiéndome su sombra
te vi mirándome sobre el cielo y desde el suelo,
tan cierto era
que pensé en ti como en un dios que me cuidaba
Era cierto que estabas
y mientras los naranjos florecían
esta mujer en ti se ilusionaba
Y me fui de allí ,
el corazón ansioso,
pensando en la agonía de tu espera
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