Estoy aquí, en mi pequeñez,
ante la infinitud de la montaña
Se me cae este amanecer sobre la frente,
se descuelga lento hacia mi cuello,
desciende tibiamente,
y no estás aquí para beberlo de mis senos
Se me cayó también,
sin previo aviso,
esta tristeza
y ha anidado gustosa en lo reseco de mis labios
-descendió el corazón a los abismos-
Hay un amanecer que me enamora
y yo busco de ti, y no te encuentro
Es más infinita mi soledad que la vieja y arrugada cordillera
Aunque me besa el sol,
presiento otra borrasca
que me lo agita todo en lo más oscuro de mis sombras
No hay comentarios:
Publicar un comentario